Por Alejandro Borensztein
01/09/13
Una de las poquísimas cosas feas que tiene el kirchnerismo es que
están transformando el término “progresista” en una mala palabra. Parece
mentira. Tanto progresismo, tanto proyecto nacional, tanto embromar con
este asunto, y al final estos ñatos van a terminar degradando estas
banderas y dejándonos de regalo una flor de derecha. Ya van a ver (después no digan que no avisé).
Hablemos
de ideología. Aclaración para mis amigos del PRO: ya pueden dejar de
leer esta nota y ponerse a preparar el tuquito para la raviolada. Es
sabido que para muchos de ellos la ideología es una suelta de globos inflados por Durán Barba,
aunque reconozco que justamente esa es una de las razones (junto al
Metrobus y la Copa Libertadores) por la que la historia puede acabar
depositándolos en la Rosada.
A diferencia del resto del mundo
democrático en donde la política suele dividirse en dos grandes grupos,
acá está dividida en tres: los “conservadores” (conocidos en la Argentina como liberales), los “liberales” (conocidos en la Argentina como progresistas) y los “falsoprogresistas”
(conocidos en la Argentina como kirchneristas). A propósito, mis
amigos K no se hagan los boludos y quédense leyendo que esto recién
empieza.
Dejo de lado a los sectores mundialmente conocidos como “radicals”
(nada que ver con la UCR local) como Zamora, Altamira, Vilma Ripoll y
otros, toda gente muy respetada porque son honestos, serios, queribles,
pero fundamentalmente porque sacan pocos votos. Si sacaran muchos no nos darían las patas para salir corriendo.
Definamos. Como bien dijo el famoso comediante Mort Sahl: “Un conservador es un tipo que quiere introducir reformas, pero no por ahora”
. Por su parte, un progresista es un tipo que quiere impulsar reformas
democráticamente, tendiendo a igualar la oferta de oportunidades,
protegiendo y elevando a los sectores más débiles, y adecuando la
política a las nuevas costumbres sociales, ecológicas, sexuales,
laicistas, etc. Algo así como “vayamos cambiando por las buenas, no sea cosa que después tengamos que hacerlo por las malas” .
El falsoprogresista es un impostor, que sobreactúa desgañitándose por las mismas causas que defiende el verdadero progresista, pero sólo como excusa para mantenerse en el poder, menoscabando la democracia y acomodando el verso a cada situación. Le da lo mismo privatizar el petróleo o estatizarlo, almorzar con Hebe o cenar con Chevron y Milani.
Segual. Lo importante es acumular poder de cualquier modo, juntar guita
para conservarlo y ya que estamos, con lo que sobra, comprarse un bulo
en Puerto Madero (al fin y al cabo, un falsoprogresista es un ser humano
como todos y en algún lado tiene que dormir).
¿Modificar la base
del impuesto a las Ganancias es progresismo? Sí. Pero es evidente que el
objetivo, más que un acto de justicia distributiva, fue remontar la paliza electoral. Sospecho que la mayoría ya se avivó y están pensando: “Gracias
por la guita papi, pero igual te vamos a llenar la urna con boletas de
Massa, Binner, Cobos, Schiaretti, Peralta, Das Neves y Michetti. Lo
siento, no es nada personal.” Veamos el ejemplo de Aerolíneas. El
conservador (liberal) reclama que la empresa sea privada como lo fue
durante el menemismo (el menemismo es esa cosa que hicieron casi todos
los kirchneristas, antes de hacerse kirchneristas, y que luego negaron
tres veces previo al canto del primer gallo, tal como anticipó el Compañero de Nazareth).
O sea que, según un conservador, el Estado no debe intervenir y la
excusa es siempre la misma: ¡¡Pierden dos palos por día!!! ¡¡Con esa
guita le podríamos dar de comer a mil jubilados por minuto! Como si una
cosa tuviera algo que ver con la otra.
Un verdadero progresista
quiere que la línea aérea de bandera sea estatal, para responder a las
necesidades de todo el territorio, aun los destinos no rentables,
y pensando más en la plata que deja en el país cada extranjero que
llega, antes de que en toda la que pierde la empresa en traerlo (siempre
y cuando sea más la guita que dejan que la que pierden, obvio). Y todo
administrado transparentemente por profesionales de primera línea.
El
falsoprogresista, después de haberla privatizado cuando era menemista y
todavía no había visto la luz, la estatiza tirando papelitos al grito
de “¡Argentina! ¡Argentina!”. Finalmente termina dándosela para
administrar a un par de zanguangos que la arruinan y abren la puerta
para que, otra vez, vuelvan los conservadores a privatizarla al grito
de: “¡¡Miren la plata que pierden!!” Me gusta la palabra zanguango.
Suena a lo que es. No la usaba desde la época de la Alianza con los zanguangos del Grupo Sushi
(que eran algo muy parecido a los de La Cámpora pero con palitos). En
síntesis, el falsoprogresismo cierra el círculo y, como fue dicho, te
deja de regalo una flor de derecha: nada peor para un verdadero
progresista que un mal gobierno de izquierda.
Este ejemplo vale para todo. Desde la privatización de las AFJP hasta la ley de medios, pasando por la reforma judicial.
Medidas que enuncian intenciones progresistas pero buscan otra cosa,
puestas en manos de cualquier autoritario disponible en el mercado, con
el único objetivo de acumular poder. Lo peor de todo es que cuando
venga un verdadero progresismo y quiera, por ejemplo, tratar de reformar
la Justicia para mejorarla, va a tener que remontar una gigantesca ola
en contra, a la que el falsoprogresismo le dio todos los argumentos necesarios para hacerla crecer. Suena complicado pero es muy simple: finalmente estamos discutiendo el rol del Estado.
Frente
a esto, ¿se le puede creer al gobierno cuando dice que toda la
oposición es de derecha, neoliberal y conservadora? El 25% de los
argentinos está convencido que sí, y piensa que Boudou, De Vido,
Timerman y Alperovich son 4 jinetes bajando de Sierra Maestra para liberarnos del yugo imperial.
A mí, más que cuatro revolucionarios en fila entrando en La Habana, me
dan más parecido a unos tipos con bermudas cuadriculadas haciendo la
cola para entrar a un parque en DisneyWorld. Pero bueno … cada uno ve lo que quiere ver.
Nada
de esto es divertido, pero lamentablemente me parece que es cierto.
¿Vamos hacia la ruina final del verdadero progresismo? Si es así, para
entonces la frase será inevitable: “Andate al progresismo de la lora”.
@
http://larunfla.blogspot.com.ar/2012/10/vale-insistir-el-salario-no-es-ganancia.html
http://www.clarin.com/opinion/progre-hermana_0_985101549.html
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