Por Bruno Bimbi y Daniel Seifert (*)
Escribimos esto porque estamos podridos. Con las bolas llenas.
Estamos podridos de que nos digan que
todo lo que escribimos es porque nos lo manda un señor al que ni
siquiera conocemos. De que nos llamen esbirros y mercenarios. De que
descalifiquen a diario nuestro trabajo sólo por trabajar en medios que
pertenecen a empresas periodísticas a las que el gobierno considera
enemigas de la patria. Estamos podridos de 678. Podridos de que digan —y
muchas personas acaben creyendo, por la insistente campaña de
estigmatización que se reproduce por una infinidad de medios— que los
periodistas somos empleados al servicio de un fantasioso complot contra
el gobierno, inclusive quienes, como uno de los autores de esta nota,
votaron por Cristina.
Tenemos las bolas llenas por los
insultos y descalificaciones que recibimos a diario, tanto de
funcionarios como de militantes y simpatizantes de un gobierno, sólo por
ejercer un oficio que alguien decidió poner en jaque. No somos enemigos
de nadie. Somos periodistas, es la profesión que elegimos y de la que
estamos orgullosos. Y lo que escribimos, lo que decimos y lo que
pensamos no nos lo manda quien nos paga el sueldo, sino nosotros mismos:
un corresponsal y bloguero de un medio del grupo Clarín y un ex redactor de un medio de Perfil, hoy desempleado.
Estamos podridos y no nos parece
tolerable que uno de los funcionarios más importantes del gobierno
nacional, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, publique un comunicado oficial en el que se refiere a nuestro colega Jorge Lanata como “sicario” y “asesino”. O que el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, diga que los periodistas de Clarín
tienen “las manos manchadas de sangre”. No nos parece tolerable que se
publique la dirección personal de un periodista para que “los militantes
vayan a decirle lo que piensan a la puerta de su casa” o que se saquen
afiches anónimos con las fotos de otros colegas y palabras como
“mercenarios” y “mafiosos”. Estamos podridos de escuchar los relatos de
colegas que fueron insultados en la calle por trabajar para tal o cual
medio, como si compartieran las ganancias de los empresarios que apenas
los contratan y, por tal vínculo, pudiesen ser considerados extremidades
de un poder tenebroso y superior. Nos tienen las bolas llenas con el
cuco de la corpo, Magnetto y los X-Men.
En las últimas semanas, uno de los
autores de esta nota fue increpado a través de Twitter por la cuenta del
sitio de noticias oficialista Mediatizados, que le exigía que
calificara “el rol de Lanata”. “Si podés… Animate”, decía el tuit,
suponiendo que, por trabajar en una empresa del grupo, tendría
limitaciones, cepos, censuras, apremios y cobardías. En los días
siguientes, Mediatizados se dedicó a hostilizarlo, publicando
inclusive su foto y diciendo sobre él que “aprendió como Clarín a
manipular la info con malicia”.
Mediatizados es un emprendimiento del periodista Alejandro Rafael Costanzo
y tiene a Lanata como una de sus obsesiones. Pero su interés por el
conductor de PPT no es nuevo, aunque sus opiniones sobre él hayan
cambiado con el tiempo. En su tesis de licenciatura, realizada en 2003
en la Universidad Nacional de General San Martín y centrada en la
cobertura periodística sobre el asesinato de Kosteki y Santillán,
Costanzo escribió que Lanata “es un periodista que se caracteriza por
decir lo que piensa y lo que sabe sin ocultar nada” y que “encarna el
periodismo en sí mismo”. “Es el periodista más independiente”, decía
sobre Lanata el director de Mediatizados, quien también
elogiaba sus denuncias sobre corrupción en el gobierno y agregaba que
“su lucha desde el periodismo está encarada en la defensa del interés
popular”.
Ahora es “el diablo”, como dijo Víctor Hugo Morales, y quienes no pensamos como el nuevo Costanzo somos una porquería y merecemos ser hostilizados por su medio.
Pero decíamos que escribimos esto porque
estamos podridos. Y hay algo que nos pudre más que nada: que muchos de
los que insisten con la idea de que quienes no pensamos como ellos lo
hacemos por una cuestión laboral o por un interés económico sean, a la
vez, quienes se llenan los bolsillos con la pauta oficial, publicidad
que permite que algunos medios donde no abundan la ortografía, el rigor
periodístico ni los lectores sean un negocio espectacular.
Veamos algunos ejemplos.
Uno de los medios virtuales que se ocupó en los últimos días de Lanata fue El mensajero diario.
En una nota sin firma titulada “Preocupación en el entorno de Jorge
Lanata”, aseguran que el periodista sufre el síndrome de Hubris, el
mismo citado por Nelson Castro en un editorial bastante
poco feliz sobre la Presidenta. El artículo afirma que los médicos de
Lanata le habrían diagnosticado ese supuesto trastorno y que el tema
habría sido tratado en una reunión con altos directivos del Grupo Clarín.
El relato es desopilante. Sin citar ninguna fuente y con una redacción
que atenta contra la gramática del español, el autor anónimo de la nota
asegura que el grupo “demoró” un supuesto giro de dinero al periodista
por fuera del circuito legal, a través de paraísos fiscales, que hay una
pelea interna entre Jorge Rendo y Héctor Magnetto
por la continuidad de Lanata en canal 13 y Clarín y que el grupo
estaría negociando su salida con su esposa Sara. “Tras una reunión
reservada entre ella y el contacto con el Grupo Clarín Stewart Brown
comentó que le habían llegado a insinuar la posibilidad de pretextar
problemas de salud de Jorge Lanata, como forma de resolver lo que para
José Aranda y otros directivos de Clarín ya es una decisión tomada, el
retiro de Jorge Lanata de los medios del Grupo”, afirma la nota. La
puntuación dificulta un poco la lectura, pero es lo que hay.
El director de El mensajero diario, Miguel Ángel Gómez Sanjaume,
milita en la agrupación kirchnerista Envar El Kadri y fue presidente de
Compromiso Porteño, un partido-lista, también conocido como Compromiso
K, en tiempos de internas entre Jorge Telerman y Daniel Filmus. Cuando el escritor peruano Mario Vargas Llosa
fue invitado a hablar en la inauguración de la Feria Internacional del
Libro de Buenos Aires, Gómez Sanjaume escribió una columna casi ilegible
repudiando la visita, en la que termina refiriéndose al premio Nobel de
Literatura como “un maricón”.
Un maricón.
Todo lo anterior no tendría la menor
relevancia periodística —porque el personaje y el medio son, sin dudas,
irrelevantes— si no fuera por el hecho de que de julio de 2010 a julio
de 2012, que es el último mes sobre el que existe información oficial de
Jefatura de Gabinete y de Télam, Gómez Sanjaume se llevó 771.900 pesos
por avisos de la Presidencia de la Nación en El mensajero. En el primer semestre de 2012, la página facturó 290.400 pesos, más que la web de Página/12,
que recibió 235.950 y mucho más que la del canal América, que recibió
181.500, por citar algunos ejemplos. Lanacion.com, Clarin.com, TN.com.ar
y Perfil.com no recibieron ni un centavo.
Pero eso no es nada. Otro de los periodistas que en las últimas semanas se dedicó a atacar a Lanata por televisión fue Roberto Navarro. En la pantalla de C5N, este periodista afirmó que, cuando Néstor Kirchner
era presidente, Lanata le pidió dinero para no sacar al aire una
denuncia sobre corrupción en el PAMI. “Lo llamó a Alberto Fernández y le
dijo: ‘yo tengo una denuncia de corrupción contra el PAMI, pero no
quiero perjudicar al gobierno que recién empieza. Lo que te pido es que
me des 120 mil pesos por mes, porque yo estaba acostumbrado a que me den
ese dinero por mes y sin pagar impuestos’”, aseguró.
Parece que Navarro sabe bastante sobre recibir plata del gobierno. Su programa, que se llamaba El destape y hoy, desde su desembarco en C5N, es Economía Política, estuvo
al aire en distintos canales, como CN23 y A24, durante los últimos
años. Navarro lleva facturados 6.096.958 pesos en concepto de publicidad
oficial desde la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia. Para
tener una dimensión: el año pasado, en apenas seis meses, recibió del
Estado 990.506 pesos por su programa de cable, casi el triple de lo que
recibió en el mismo período el canal Todo Noticias: 390.343.
Un bloguero que antes pensaba algo que ahora no deja pensar a otros, no sin sospechar de su honestidad y considerarlos títeres.
Un militante de la web y de la
estructura política, beneficiado con dinero público para montar un
espacio pseudoperiodístico con el solo objetivo de difamar.
Un colega que acusa a otro de una
pretendida extorsión por un supuesto pedido de pauta infinitamente menor
al abultado monto que él mismo supo acumular en sus bolsillos, tal vez
sin siquiera pedirlo.
Ok. Los esbirros somos nosotros.
(*) Bruno Bimbi, @bbimbi, es autor de un blog de TN.com.ar, corresponsal del canal en Río de Janeiro y columnista de Letra P.
(*) Daniel Seifert, @seifertdaniel, es ex redactor de la revista Noticias.
@
http://bbimbi.blogspot.com.ar/
http://criticacreacion.wordpress.com/2008/11/10/de-algo-hay-que-vivir/
http://www.letrap.com.ar/blog/2013/08/27/esbirros/
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