Junio 6, 2014 // Imperdibles
Artículo extraído de Infobae – Por Julio BárbaroUn gobierno que intentó ser eterno y se retira sin pena ni gloria, o mejor dicho, invadido por las penas y olvidado por las glorias. Cuando los acompañó el triunfo, superando el cincuenta por ciento, intentaron ir por todo, aislar al enemigo, eliminar la oposición. Venezuela era el modelo elegido. El bien y la virtud, propiedad del oficialismo; el resto, los disidentes, empleados de los monopolios, los imperios y las derechas. Una maravilla. No eran ni pobres, ni decentes, ni socialistas: se enriquecían con el Estado. El juego y la obra pública marcaban el rumbo esencial de su ambición.
Un gobierno feudal y conservador de derechas que integró restos de viejas izquierdas en su estructura. Un
progresismo que adhiere a cambio de un espacio en la cultura, en una
concepción del poder donde a nadie le interesa la cultura. Un poder real en manos de los Zannini, los De Vido y los Echegaray, y un decorado en manos dePágina/12 y Carta Abierta.
El final de la bonanza y el modelo que
había sido su fruto frívolo. Sin energía ni rutas, nos saturamos de
automotores; las viviendas y una sociedad concebida entre todos se
refugiaron tan solo en el discurso. La obsecuencia se instaló en la
categoría de ideología, la lealtad depositada en el aplauso
indiscriminado. Los seguidores devinieron en aplaudidores. El apoyo
crítico derrotado por el aplauso a todo lo que se formule. El mismo que
aplaudió la privatización de YPF canta el himno al estatizarla. Pérdidas
enormes para el Estado, ganancias suculentas para sus operadores.
Ricardo Forster es un fanático
del supuesto pensamiento nacional, que vendría a coincidir casualmente
con el pensamiento oficial. El oficialismo concebido como el
único espacio de la virtud y la democracia. Los discursos de la
compañera Presidenta, que la gran mayoría de la sociedad apenas soporta,
convertidos en materia dogmática. El primer peronismo fue sectario por
necesidad, el último Perón convoco a la unidad nacional. El kirchnerismo
retrocede a superados sectarismos de izquierda que amontonan
burocracias a cambio de supuestas ideologías.
Nombrar a Ricardo Forster es
asumir la condición de secta que no quiere ni necesita dialogar con el
resto de los pensamientos vigentes. Parecido a Venezuela y al Ministerio
de la Verdad orwelliano, encargado de ajustar la historia para que no
contradiga los postulados oficiales; muy distantes en logros y
fanatismos del resto de los países hermanos.
Amado Boudou es la otra cara del
gobierno, la real. Sin ideas, pero con muy claros objetivos. Después de
su desnudez que acusaron como linchamiento mediático, después de
semejante papelón con los millones del Lázaro Báez, una cuota de
ideología era necesaria. Forster es de los que no dudan, de los que nada
tienen que ver con los que no obedecen ni aplauden. Eso sí, sin duda
cree en lo que propone, y eso merece respeto.
Claro que hay decenas de fanáticos y
sectarios en toda sociedad. El gobierno tiene el desafío de integrarlos,
lo absurdo es que se delegue en ellos la tarea de gobernar. Es una
simple manera de asumir la secta como la estructura elegida para
transitar el futuro en el llano. Una manera de aceptar el fracaso de la
década extraviada. Son dueños de demasiadas cosas, ahora también de la verdad.
@
http://marcelolongobardi.cienradios.com/imperdibles/el-ministerio-de-la-verdad-de-ricardo-forster/
http://nitro-web.blogspot.com.ar/2013/11/doble-discurso-doblepensar-y-desmentida.html
http://tublogfavoritodelectura-2013.blogspot.com.ar/2013/06/george-orwell-1984-parte-1.html
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