12 Febrero, 2014 // Imperdibles
Artículo extraído del diario Ámbito Financiero – Por Marco RebozovUn 25% de devaluación oficial ha sufrido el peso desde fines de noviembre de 2013. La mayoría de los especialistas opina que se trata de una devaluación sin plan, a partir de donde pareciera que se intenta estabilizar el tipo de cambio y el nivel de precios sólo recurriendo a acuerdos y controles, límites a las importaciones, subas de la tasa de interés, nuevas regulaciones que obligan a bancos a vender activos en dólares y nueva versión de cepo para ahorristas.
¿Tiene el Gobierno alguna posibilidad de éxito, al menos para llegar hasta fines de 2015 sin mayores sobresaltos, sin tener que volver a devaluar? Comienza con una ventaja, porque lo primero que ha logrado el Gobierno es una licuación del 25% de los pesos que había emitidos en la economía. Esto es porque al pasar el tipo de cambio de 6 a 8 pesos por dólar, los pesos, que equivalían a u$s 56.000 millones, pasaron a equivaler u$s 42.000 millones. O sea, con semejante devaluación le quitaron a la gente poder de compra por un valor equivalente a unos u$s 14.000 millones.
Por otro lado, una parte de estos pesos estaban en poder de los bancos para afrontar retiros de depósitos, pero además había en los bancos depósitos privados adicionales por un monto total equivalente a u$s 42.000 millones, los que pasaron a equivaler sólo u$s 31.500 millones, implicando una pérdida adicional para ahorristas de u$s 10.500 millones. Obsérvese que, luego de haberse esfumado por la devaluación unos u$s 25.000 millones, queda todavía un poder de compra del público por unos u$s 73.500 millones.
En realidad, nadie medianamente razonable podría suponer que todos estos pesos intentarían súbitamente convertirse en dólares, mas aún si se tiene en cuenta que en la práctica el actual sistema funciona con un cepo, y no hay de hecho libre acceso al mercado oficial de cambios, por lo que un exceso de demanda ajusta más por suba del precio paralelo que por pérdida de reservas. Sin embargo, este cálculo teórico es de mucha utilidad para comprender una dinámica donde finalmente el sistema necesariamente tendrá que converger a una unificación del mercado cambiario.
Pero por ahora la pregunta relevante que surge es si luego del despojo que representó la devaluación para tenedores de pesos y depositantes en bancos, los mismos querrán seguir en pesos, confiando en que no habrá nuevas devaluaciones, o esperando a que la tasa de interés compense la devaluación esperada, o si contrariamente intentarán cambiarlos por dólares al menos en alguna proporción, presionando al alza de la brecha cambiaria y continuando con la erosión sostenida de las reservas que sufre el Banco Central desde hace meses.
Merece destacarse aquí el último dato que sitúa las reservas en casi u$s 28.000 millones, en franca caída, de los cuales sólo unos u$s 20.000 millones estarían disponibles para intervenir antes de llegar a límites insostenibles. Ello implicaría un poder de intervención del 27% de la capacidad máxima potencial de compra de dólares por parte del público, porcentaje que no parece tan malo, salvo para el observador que ve cómo las reservas vienen cayendo y piensa que la cantidad de pesos emitidos seguirá aumentando.
Porque la realidad es que hasta ahora vimos la foto al día de hoy, y para imaginar la película hasta fines de 2015 tenemos que ver además cuáles son los vencimientos de deuda pública y cuál es el panorama del déficit fiscal. El hecho es que durante los próximos dos años los vencimientos de deuda total, en dólares y en pesos, ascienden a unos u$s 19.000 millones.
En cuanto al déficit fiscal, antes de la devaluación se estimaba en unos u$s 15.000 millones anuales. Si ahora sumamos todos estos conceptos podemos concluir que el problema para los próximos dos años, de mantenerse el déficit fiscal actual, es de más de u$s 49.000 millones, o sea de unos u$s 24.500 millones por año.
¿Qué puede hacer el Gobierno al respecto si aspira a mantener la estabilidad cambiaria de aquí hasta fines de 2015? Tiene sólo dos alternativas: o consigue financiamiento, o implementa un importante ajuste fiscal. Conseguir financiamiento parece todo un desafío, como mínimo difícil, dado el perfil y la vocación crediticia poco amigable que se ha mostrado hasta el presente.
Alternativamente, intentar lograr todos los recursos necesarios a partir de una ajuste fiscal, aunque no parezca propio del ADN político de este Gobierno, aparece como prácticamente mucho más factible y realizable. Esto implicaría esencialmente frenar las próximas demandas salariales y gastos de seguridad social, y congelar o desandar todo el andamiaje de subsidios insostenibles. Si se frena el aumento del gasto público, todo el aumento nominal de los ingresos fiscales producto de la reciente devaluación y del aumento de precios podría convertirse en mejoras importantes del resultado fiscal.
Contrariamente, y finalmente, si no se consigue financiamiento y si no se posee vocación para realizar el ajuste no habrá más alternativa que cubrir las diferencias en forma desordenada, con emisión monetaria y/o con reprogramaciones unilaterales de los vencimientos de deuda, lo que equivale a decir que no se hace viable sostener un tipo de cambio de 8 pesos por dólar hasta fines de 2015, ni mucho menos. ¿Pero si se opta por esta última alternativa, cuál sería entonces la necesidad de devaluación del peso dada la necesidad de emisión que cubra los desequilibrios descriptos?
Si suponemos la persistencia de una necesidad de emisión monetaria del orden de los u$s 24.500 millones anuales durante los próximos dos años, y si suponemos con mucho optimismo que el público no querrá convertir masivamente los actuales pesos emitidos a dólares, la devaluación anual necesaria sería del 58%. Ello surge de dividir las necesidades de u$s 24.500 millones anuales sobre el monto en dólares de los pesos o Base Monetaria actuales de u$s 42.000 millones. Si, en cambio, excluimos los vencimientos de deuda, la devaluación anual necesaria se reduciría al 36%. El problema es que si éste es el camino que se elige, en cualquiera de estas variantes las reservas internacionales seguramente seguirían cayendo hasta su virtual extinción, y pensar en una crisis como la de 2002 o hasta en una hiperinflación no sería para nada una utopía bajo este contexto.
Frente a este panorama, ¿tomará conciencia el Gobierno de que su única posibilidad es un gran ajuste fiscal, y que a esta altura de los acontecimientos ello es una condición necesaria y ni siquiera suficiente, dependiendo de que además se dejen de perder reservas en lo inmediato?
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http://marcelolongobardi.com/imperdibles/es-posible-fijarlo-en-8-cronica-de-un-ajuste-anunciado/
http://marcelolongobardi.com/imperdibles/
http://mediocresnet.blogspot.com.ar/2014/02/dante-gullo-tener-el-dolar-8-pesos.html
Hace 8-10 meses: http://cronicasfueguinas.blogspot.com.ar/2013/04/la-nafta-con-precio-tope-de-8-pesos.html
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