De todas las cosas que me han jodido del kirchnerismo -que no son pocas- hay una que estoy casi seguro que no podré perdonarles. Dentro de unos años es probable que la catarata de discursos, las cadenas nacionales a la hora de la cena y la propaganda antimomonopólica en medio de un partido de fútbol, sea tan sólo una anécdota que casi, casi me recuerde que me daba bronca.
De las cuestiones judiciales no habrá nada que perdonar porque ya nos habremos olvidado, como siempre. Y hasta quizás cuente como una anécdota graciosa las cosas que hacía para comprar dólares, aunque se me confundan los años entre 2013 y 1989.
Pero hay una que no, que jamás podré perdonarles, nunca, jamás, never in the puta life: que le hayan dado entidad y poder trascendencia a esa tribu urbana denominada “progre”.
Durante años, el progre nos resultaba simpático porque no jodía más allá del discurso berreta. Lo máximo que podíamos llegar a padecer era que nos rompieran las tarlipes con una firma para declarar de interés público el festival de los pianistas sordos de Villa Sapito. Después, no jodían mucho más, a excepción de algún sermón sobre los niños que se morían de hambre en Tucumán, el cual habían visto en el programa de Lanata, dado que Tucumán quedaba más allá de la General Paz.
[Jóven argentino, si tienes entre 15 y 25 años, te cuento que sí, que el progre miraba a Lanata en masa]
Electoralmente no molestaban tampoco. No es que nunca llegaran a ganar una banca, pero siempre lo hacían de la mano de un partido que los despreciaba. Lo hicieron con Menem, lo hicieron con la Alianza, era obvio que iban a sobrevivir con el kirchnerismo.
Eterno aburrido por naturaleza, el progre no puede tolerar que los demás la pasen bien. Suponen que ser feliz porque sí es producto del desconocimiento, dando por sentado que desconocemos la triste finitud de nuestras vidas, por lo que se encargan de hacernos saber a cada rato que nos vamos a morir de algún modo, pero que ellos harán lo posible por salvarnos, para que lleguemos a muy viejos. Aburridos, con ganas de habernos revoleado por la ventana cuando dejamos de divertirnos, pero bien longevos.
El cigarrillo hace mal, y como los adultos promedios son bastante burros, lo ideal es poner fotos de muertos e infartados en los atados de puchos para recordar a los fumadores lo que les puede pasar. Como si no alcanzara con la imagen, acompañan con frases tan contundentes como que “la mitad de los fumadores mueren por culpa del cigarrillo”. Gran parte de la sociedad tomó finalmente consciencia de que el cigarrillo hace daño. Siguen fumando, pero con consciencia. Y eso, al progre le alcanza por un tiempo.
Vieron que la gente seguía siendo feliz a pesar de ya no poder fumar sin saber que morirían algún día, entonces encararon hacia las cadenas de comida chatarra, obligándolos a ofrecer manzanas en los menúes de hamburguesas. Si eso no es una medida sádica, no se me ocurre otro ejemplo. La idea es que un tipo que entra a un local a pedir dos rodajas de carne grasosa, cubiertas por fetas de queso grasoso y panceta grasosa tostada en grasa grasienta, acompañado por muchas papas fritas y una gaseosa saturada en azúzar, tenga la opción “saludable” de acompañar el combo con una manzana.
No hay nada más saludable que disfrutar del morfi sin culpa, ni nada más al pedo para la salud que una manzana en medio de un combo tapa arterias. Pero el progre no lo piensa así. Donde hay un sujeto sonriente clavándose una torre de grasa entre dos panes, el progre ve a un minusválido que necesita de la protección de papá Estado, sea un adulto gordito y feliz, o una nena con ganas de comprar un huevo de chocolate rosa para nenas.
Esta semana, el mondoprogre nos regaló dos noticias maravillosas referentes a regular aquellas cosas que nos gustan. De movida, existe el proyecto de ley para obligar a los bares a que pongan la leyenda “el alcohol es perjudicial para la salud”. Otra vez: Como si no lo supiéramos.
Por si fuera poco, la pitonisa progre María José Lubertino celebra su nuevo proyecto de ley para obligar a que los edificios nuevos de la ciudad de Buenos Aires, tengan inodoros con doble botón de descarga. Desconocemos los detalles de la implementación, pero creemos que el botón uno será para el número uno, y el botón dos para el número dos.
Entre las últimas apariciones de la legisladora por el bien de la sociedad, figura la colocación de una placa en conmemoración del linyera Pechito, una baldosa idéntica a las que les colocan a los desaparecidos por la Dictadura, emplazada en el lugar donde dormía al aire libre el tipo que murió en la cama de un hospital con atención médica gratuita. Ahora, Majo propuso inodoros naturistas.
Ya no se puede fumar en paz, ni comer como cerdos felices, ni pagar por los servicios de una señorita sin sentir que somos cómplices de una red de trata. Pronto no podremos tomar una cerveza sin que nos recuerden que somos potenciales cirrosos y, por si con todo esto no bastara, es probable que tampoco podamos ir a cagar sin sentir que, a cada esfuerzo, estamos dañando el planeta y el futuro de las generaciones venideras.
Usted, impune asesino de la naturaleza que se sienta a twitear o leer el suplemento deportivo sin pensar en los demás, sepa que uno de los argumentos esgrimidos por Luber para meterse en nuestro último refugio, es “la cooperación en la esfera del agua es crucial para la seguridad, la lucha contra la pobreza, la justicia social y la igualdad de género”.
El único motivo que se me ocurre para encontrar una relación entre el acceso al agua y la igualdad de género, es lo poco dado que es el hombre para frecuentar la ducha a diario. Pero por las dudas, es bueno que sepa que, cada vez que finalice y se disponga a despedir a un amigo, ese dedo está apretando un gatillo con forma de botón de inodoro que atenta contra la igualdad del universo femenino.
Y como ya no quedan cosas para preocuparse en Argentina -y los legisladores que apoyaron a Lubertino son tan burros que no se enteraron que el agua de Buenos Aires no sale de un manantial, sino que es agua purificada- podremos festejar que con esta medida, las nuevas casillas de Villa Nylon tendrán un inodoro con dos botones que les garantice la justicia social.
Viernes. Los dejamos meterse tanto con nuestros derechos individuales que ya nos quitaron hasta la paz del inodoro.
Publicado por relatodelpresente
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