Por Alejandro Borensztein
21/12/13
Como ya es habitual para esta época del año, el Club de los Malos
ofrece un variado menú de calamidades. Saqueos, cortes de luz, falta de
agua, disturbios, aumentos de precios, furia social, políticos
desorientados, son sólo algunas de las ofertas navideñas con las que
homenajeamos a la sociedad, aprovechando también las bondades del clima que siempre nos acompaña con 35°C o 36°C. Nunca menos.
Para
evitar padecer nuestras guachadas en carne propia, la tradicional Gala
de Entrega de los Premios Turro se llevó a cabo en un lugar alejado de
los centros conflictivos: El Calafate. Allí fueron arribando los
miembros de la institución, algunos en vuelos regulares y otros en sus
propios aviones particulares, verificándose una de las máximas del CDLM:
“Dime de qué tamaño es tu avión privado y te diré qué clase de hijo de puta eres”.
Las delegaciones se hospedaron en los hoteles de los Kirchner, con todos los gastos a cargo de una nueva estrella del Club de los Malos: Chácharo Páez
(le cambiamos el nombre según su propio pedido, de puro humilde que
es). La operación de lavado y retorno de dinero que organizamos con Páez
para arruinar la imagen de la familia presidencial, también sirvió para
alojar a nuestros turros.
La ceremonia arrancó con el primer batacazo.
En la categoría Mejor Labor en Provincia, Insfrán y Alperovich eran los favoritos. Sin embargo, el ganador fue Zamora,
el ex gobernador de Santiago del Estero, quien pretendió violar la
Constitución provincial y postularse para un ilegal tercer mandato
alegando que el primero no computaba por ser anterior a la Reforma
Constitucional que lo habilitó para una única reelección (lo mismo
intentó Menem en el 99). Al frustrar la Corte Suprema la maniobra, no
tuvo mejor idea que candidatear a su esposa. Lo mejor del asunto es que
ella ganó, por lo que la continuidad de la truchada de gobernar en
pareja y pasarse el poder entre parientes quedó garantizada.
El premio a la Mejor Labor en Ciudad fue compartido entre los guachos de las empresas que hacen reparaciones en la calle y el equipo de turros del Gobierno de la Ciudad,
que permite que esas empresas “protejan” las obras con corralitos de
madera de cajón de manzana, sin indicaciones y sin iluminar para que los
automovilistas se los lleven puestos al anochecer. De ese modo, los
autos caen en los pozos, los clavos de las maderas pinchan los
neumáticos y las tablas vuelan e impactan sobre niños y ancianos. Una
fiesta. Entregó la estatuilla Usain Bolt que venía de encanutarse 4
palos por la payasada que le hicimos hacer con el Metrobus.
El premio Mejor Labor en Transporte Público fue una vez más para Julio De Vido
(también ganó el de Mejor Labor en Energía) por comprar vagones de
subterráneos dos talles más grandes que las estaciones, obligando al
GCBA a limar andenes y agrandar túneles. Muy ingenioso.
El momento más emotivo fue cuando se anunció el Premio a la Trayectoria para el ex secretario Moreno.
Un justo reconocimiento a una de las figuras que más daño le ha hecho a
la economía del país y al kirchnerismo. Se proyectó un video con
imágenes memorables, desde el INDEC y la inflación hasta el cepo y la
caída de reservas, pasando por las amenazas, las patoteadas, la
Morenocard, la destrucción del stock ganadero, y otros logros. Entregó
la estatuilla, especialmente invitado, otro grande: Domingo Cavallo. Fue
la foto de la noche. Dos potencias se saludaban en el escenario
mientras el auditorio aplaudía de pie.
Entre los Perturbadores Cotidianos,
recibieron sus premios los fabricantes de bolsitas para supermercados,
los de los paquetes de galletitas con la tirita roja, los que cierran
los frascos de dulces y aceitunas con termosellado nuclear (también
recibieron la Orden del Mérito “Mano de Piedra Durán Barba”), los
fabricantes de los blisters en los que se envasan los cepillos de
dientes y los cartuchos de hilo dental (sólo se abren con sable), los
call center que llaman a los domicilios ofreciendo servicios bancarios, y
un nuevo y pujante grupo de hijos de puta que son los que envían a los
celulares mensajes del tipo: “Felicitaciones te ganaste un auto 0K”. Un flamante aporte en pos de minar la paciencia y la moral de los Corderitos de Dios.
Hubo
un sentido discurso de Ricardo Forster, quien comentó lo que sintió
defendiendo a Chácharo Páez, aplaudiendo a Capitanich y elogiando a
Milani. Luego, a dúo con Orlando Barone, leyeron un poema que
escribieron conjuntamente titulado: “Adoro al alba el falsoprogresismo y al ocaso comerme los mocos”.
El
Premio Turro a la Mejor Labor en Ciencia y Tecnología fue para el
famoso “Uña” Domínguez. Hombre de bigote finito, solapa ancha, anillo de
lapislázuli y una larguísima uña en el dedo meñique con la que solía
apretar los tornillitos de las fichas telefónicas cuando era técnico de
la vieja ENTEL, su verdadera escuela de la vida. Hoy es el responsable
de los dispositivos que cortan la comunicación entre celulares y de
haber logrado que la telefonía celular en la Argentina haya dejado
definitivamente de funcionar. Una ovación saludó a este talento nacional del mal.
El
plato fuerte era sin duda el Premio Turro 2013 a la Mejor Labor
Oficialista. ¿Quién sería el afortunado ganador? ¿Quién le ha hecho más
daño al gobierno? En la mesa de Timerman esperaban confiados. Ya había
perdido a manos de Antonini Wilson (2008), D’Elía (2009), Jaime (2010),
Shocklender (2011) y Boudou (2012), pero esta vez era número puesto.
El acuerdo con Irán destrozó al kirchnerismo como pocas cosas lo habían logrado antes.
Grande fue la desazón del Canciller (y de los jerarcas del CDLM que lo
manejan) al escuchar el nombre de la ganadora: la procuradora Gils
Carbó, cuya manipulación de jueces y fiscales se coronó con el
enjuiciamiento de Campagnoli por investigar el caso Chácharo Páez y sus
ramificaciones.
Las campanas de medianoche preanunciaron el
tradicional ritual de la lluvia dorada. Ese momento en que los jerarcas
del CDLM suben a la terraza del Cuartel General de la Institución y, al
grito de “¡meadlos y marcad territorio!”, bajan sus braguetas y lanzan
esa imperceptible lluvia degradante sobre las cabezas de los Corderitos
de Dios que representa la constante garúa de iniquidades con las que devastamos sus vidas.
Nada de lo malo que les ocurre es obra de otra cosa que del Club de los
Malos. Las cosas son como son porque nosotros hacemos lo que hacemos.
Esta
vez fueron los hijos de los jerarcas quienes cumplieron con el ritual
mientras los padres seguían la transmisión desde el sur por pantallas
gigantes. Todo un símbolo de las nuevas generaciones que garantizan la continuidad del mal.
Que
a nadie se le ocurra tener alguna esperanza. Sangre nueva ha de tomar
la posta endemoniada. No ha nacido aún en estas tierras quien pueda
detenernos. Están perdidos. La historia inexorablemente continúa.
@
http://www.clarin.com/opinion/Premios-Turro_0_1052294797.html
http://www.clarin.com/tema/humor_politico.html
http://diosasdelturro.blogspot.com.ar/
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