Por Carlos M. Reymundo Roberts | LA NACION
Cuando un gobierno empieza a despedirse pasan estas cosas: la Presidenta le escribe una carta personal a su vicepresidente
y a los dos minutos alguien me la filtra. Y yo, maldita sea, no resisto
la tentación y la comparto con ustedes. Eso también ocurre en los
momentos finales: caen las defensas, cada uno hace la suya.
En mi caso,
no justifico mi actitud, pero la explico. Pienso que es bueno para
nuestra causa que se conozcan los sentimientos más íntimos de Cristina,
el torbellino emocional en el que se encuentra debido a la situación
judicial de Boudou, la integridad con la que encara estas horas
dramáticas. Espero que disfruten el texto, que será recogido en los
libros de historia como testimonio de un momento en el que algo se
rompió.
Amado, maldigo esta faringolaringitis que me ha
impedido salir a defenderte en público desde que se dictó tu
procesamiento. Me dicen que no me preocupe, que es un tema virósico
propio del cambio de estación. De hecho, medio gobierno está con
faringolaringitis, y lo mismo Télam, 6,7,8, Tiempo Argentino, Verbitsky?
Cada vez que le pedimos a alguien que salga a defenderte, cae con
faringolaringitis. Una cosa espantosa.
Claro que no puedo
hablar, pero sí escribir. Por eso quería mandarte estas líneas. En
primer lugar, tenés que estar muy tranquilo: sigo y seguiré apoyándote,
porque creo en vos. Siempre me resultaste un tipo confiable,
transparente. Realmente creo que no lo conocés a Vandenbroele, que no lo
viste nunca en tu vida. Con la cantidad de propiedades que has
adquirido en los últimos años es imposible que conozcas a todos tus
inquilinos. Creo también que The Old Fund no es tuya, sino de otro tipo
que tiene tu mismo nombre. ¿Te fijaste la cantidad impresionante de
Amado Boudou que aparecen en Facebook?
No le creo a Lijo
cuando dice que eras el dueño de Ciccone: jamás se te hubiese ocurrido
cortarte solo con la fábrica de hacer billetes sin decirme una palabra,
¿no? Y te creo cuando decís que estás dolido con tu socio Núñez Carmona.
Yo veía a ese muchacho loco por la guita, súbitamente millonario,
desprolijo con las cuentas, incansable viajero, amante de la noche,
medio tarambana, y no podía entender cómo se había hecho tan amigo tuyo.
Tampoco
creo que hayas hecho negociaciones incompatibles con tu cargo. En
realidad, no veo incompatibilidad alguna en ser ministro de Economía o
vicepresidente y hacer buenos negocios. Lo de este juez es increíble: se
te presentó la posibilidad de quedarte con medio Puerto Madero y no
ibas a dejar de hacerlo simplemente porque ocupás un cargo en el
Gobierno. Eso es discriminar. Finalmente, uno jura sobre la Constitución
y sobre los Santos Evangelios, y no sobre un catastro.
¿Y
lo del cohecho? Otra barbaridad, otra acusación injusta que viene a
poner un manto de sospecha sobre un hombre honorable. Se ve que no te
conocen: antes de aceptar una coima te cortás las manos con un cuchillo
oxidado.
Te creo especialmente cuando decís que para
descubrir lo que pasó en Ciccone hay que investigar la ruta del dinero.
Para mí, todo lo que digas vos sobre ruta del dinero es palabra santa.
Deberías prestarle tu GPS a Lijo. Ya le diste una pista importante al
aportar el nombre de Raúl Moneta. Sé que a Moneta, postrado como está,
le resulta imposible defenderse, pero vos no podés estar en todos los
detalles.
Amado, por qué no aprovechás la confianza que te
tengo y me contás qué pasó con el famoso Honda importado al que dicen
que le truchaste los papeles. En el expediente figura que cambiaste la
fecha de compra, que para radicarlo en la Capital Federal diste un
domicilio inexistente, que tu firma en el 08 de transferencia es falsa y
que la verificación policial es apócrifa. ¿Te parece suficiente
explicación decirme que lo único que hiciste con el pobre auto es
aplicarle el relato?
¡Qué obsesión la tuya con los
fierros! Parece que te están por llamar a declarar en el caso de la
compra directa de 19 autos de alta gama cuando eras ministro. Mi
consejo: decí que ibas a comprar 20 y bajaste uno porque te parecieron
muy caros. Vas a impresionarlo al juez con tu austeridad republicana.
Otro
consejo, en este caso para la causa por enriquecimiento ilícito. Cuando
te pregunten cómo hiciste para multiplicar tantas veces tu fortuna en
tan poco tiempo, contestá que sos un hombre afortunado. Qué genia:
enferma y todo tengo un discurso brillante.
Bueno, Amado,
espero que la hayas pasado bien en Cuba y Panamá. No me reproches que no
te hayamos dejado volver antes. Acá te esperaban los leones en el
Congreso, y tampoco está tan mal una semanita con agenda libre en el
Caribe. Además, estoy segura de que un inversor de tus quilates, en
Panamá no habrá perdido el tiempo.
Te despido (no te
asustes, quise decir te saludo) con el respeto y cariño de siempre.
Reitero que creo en vos, en tus explicaciones, en tus coartadas, en que
sos víctima de las corporaciones, del poder concentrado y de los medios
hegemónicos. Por eso, porque sé que te defenderás muy bien, he dado la
orden de que nadie en el Gobierno mueva un dedo. Si te llegan rumores de
que te estoy soltando la mano, no les hagas caso. Es cierto, cada día
más gente me dice que sos como un peso muerto, un lastre, que te
entregue. No lo haré. Jamás lo haré.
Lo juro sobre los papeles de tu Honda..
@
http://www.lanacion.com.ar/autor/carlos-m-reymundo-roberts-86
http://www.lanacion.com.ar/1707361-la-ultima-carta-de-la-senora-a-su-amado
http://pagina-catolica.blogspot.com.ar/2014/06/mons-livieres-confirma-sus-palabras.html
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