Relatos y mentiras: Habemus Compañero Máximo

lunes, 10 de marzo de 2014

Habemus Compañero Máximo

Por Alejandro Borensztein
09/03/14

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Una de las reglas de oro del humor político en general y de esta página en particular, es que nunca hay que meterse con los asuntos personales o privados de los políticos. El límite es muy finito, pero hay que saber distinguirlo.

Por ejemplo, es absolutamente improcedente y fuera de lugar satirizar o hacer humor con la pelada de Timerman. No sólo porque es de mal gusto y banal, sino porque con las genialidades que el tipo hace y dice alcanza y sobra. De hecho, esta semana salió a decir que la culpa de nuestro problema con el narcotráfico la tiene Estados Unidos. En cualquier momento, el Canciller va a proponer un memorándum de entendimiento con los carteles colombianos para que entre ellos y nosotros investiguemos por qué a los norteamericanos les encanta la cocaína. A propósito del tema, es curioso que los narcos decidieron venir a instalarse acá en plena década ganada. ¡Con la cantidad de décadas que tenían para instalarse, justo vienen a elegir esta! Qué mala suerte, no? Sigamos.

En cambio, y a diferencia de la pelada del Canciller, el bigote de Aníbal Fernández puede parecer un asunto privado, pero dada la envergadura de ese matorral, el conflicto supera lo estrictamente personal y adquiere ribetes institucionales. ¿Quién garantiza que dentro de esa selva subnasal no se reúnen a conspirar algunos barones del Conurbano? ¿Y si un día en una redada el secretario Berni encuentra infraganti entre esos yuyales a un par de narcos cocinando metanfetamina? ¿Acaso un simple principio de incendio nasoforestal no pondría en peligro la mayoría simple que el oficialismo tiene en el Senado? Ergo, ese bigote es un asunto de Estado y por lo tanto es válido divertirse con él todo lo que uno quiera.

La otra regla de oro es que, así como no hay que meterse con los aspectos privados de los políticos, mucho menos aún hay que meterse con sus familias. Obviamente, en tanto y en cuanto los parientes no participen de la vida política. Allí también la línea es muy sutil. Sobre todo en un país donde los mandatarios suelen estar casados con mandatarias y procrean legisladoritos, ministritas, secretaritos de Estado y funcionaritas varias.

Por ejemplo, la Compañera Cuñada es obviamente familiar de la Compañera Jefa, pero como al mismo tiempo es la Ministra de Acción Social, lo público supera el vínculo privado y la sátira está habilitada.

Por eso se puede decir sin filtros, y sin que esto ofenda a la familia presidencial, que la Ministra y su equipo estaban completamente del tomate cuando la semana pasada difundieron un video oficial del Ministerio conmemorado el cumpleaños del Compañero Jefe. Aprovecharon que el Él y el General San Martín nacieron en la misma fecha y los presentaron a ambos como los héroes libertadores de la Patria. Una semblanza que ni Stroessner se hubiera animado a hacer. Si el Compañero Santo de la Espada llegó a ver el video desde el cielo, se debe haber querido degollar las que te jedi con el sable corvo. Apuesto a que el Compañero General Juan Domingo, también.

¿A qué viene toda esta perorata? Seguramente nadie o muy pocos se habrán dado cuenta de que en los siete años que lleva esta página jamás se mencionó al Compañero Máximo, con excepción del saludo en ocasión de la partida de su padre, el Compañero Jefe.

¿Por qué ninguna mención en siete años? Muy simple: porque para esta página el Compañero Máximo no estaba en la agenda política.

No formaba parte de la vida pública.

No había ningún dato fehaciente que le acreditase un rol institucional o político, un cargo concreto, una aspiración de alguna índole, una influencia demostrable. Si bien siempre se dijo que era el Jefe de La Cámpora, no hay rastros de ningún discurso, comunicado, publicación, encuentros, arengas, instrucciones, grabaciones o audios. Ni siquiera un mísero video desde Puerta de Hierro o un delegado personal tipo Paladino o Cámpora, como para hacer honor a la organización. Nada de nada.

Por lo tanto para mí y para esta página, el Compañero Máximo era lisa y llanamente el hijo de la Presidenta y entraba en el plan de protección de la regla de oro: ni cuestiones personales ni cuestiones familiares. Con eso no se jode.

Al menos yo no.

Pero esta semana cambió todo. En un extenso reportaje publicado en la tapa de Página 12 (extracto de un libro de autobombo) se confirmó que mucho de lo que se decía era cierto y que, efectivamente, el tipo corta el bacalao. O al menos lo abre, lo limpia, le saca las tripas, lo fríe y lo lleva a la mesa.

Después, sabe Dios quién se lo come.

Esa tapa no es casual. ¿Es una estrategia de lanzamiento del kirchnerismo para instalarlo?

¿Habemus heredero?

Al menus lo estamus intentandus.

Por lo tanto, a partir de ahora el Compañero Hijo cambia de categoría. Como en el monotributo. Gana más, garpa más. La política ha sumado un nuevo miembro y ya nada será igual.

Una cosa era Máximo, el hijo, y otra cosa es Máximo, el dirigente. Una cosa es Tía Alicia y otra cosa es la ministra. Y una cosa es Tío Lázaro y otra cosa es cuando todos descubrimos a Tío Lázaro.

Todavía no sabemos mucho de él. Sin dudas es kirchnerista. Lo que todavía no está claro es si adhiere al sector del kirchnerismo que en los 90 apoyó la privatización de YPF y Aerolíneas y se hicieron los boludos con los indultos pero no te lo reconocen, o si adhiere al grupo que sí te lo reconoce. El tiempo dirá.

En principio, muchos coinciden en que es el más sensato de la banda (lo que deben ser los otros) y también dicen que esto se relaciona con el último discurso menos agresivo de Ella y con una etapa más civilizada del kirchnerismo. Démosle crédito.

De todos modos uno siempre sospecha. Cada vez que dicen que el kirchnerismo se calmó, se volvió más sensato, más democrático y más civilizado me viene a la cabeza la famosa frase de George Best, el inolvidable delantero del Manchester United de los años 60 cuando dijo: “En 1969 dejé las mujeres y el alcohol. Fueron los peores 20 minutos de mi vida.” Sea como sea, es una muy buena noticia. Participar es la tarea. Bienvenido Compañero Máximo.

La vamos a pasar bien. Esto se pone cada día más divertido.