Sábado 06 de septiembre de 2014
Por Carlos M. Reymundo Roberts | LA NACION
El Chino Zannini es terrible. En pleno apogeo de Kicillof
me pide que desde este espacio empiece a remar a candidatos que puedan
reemplazarlo. Mi reacción fue negarme, y expuse tres razones. 1) Si le
damos tiempo va a conseguir encaminar la economía. 2) Para la Presidenta
es intocable. 3) Es un tipo que me cae definitivamente bien. Zannini
replicó mis argumentos. Dijo. 1) Si le damos tiempo nos va a enterrar a
todos. 2) Para la Presidenta no hay nadie más intocable que Néstor y, sin embargo, este chico está destruyendo el modelo económico que él legó. 3) Me cae definitivamente mal.
Ya
ven, me dejó poco margen para resistirme. Para peor, sobre su
escritorio tenía decenas de recortes de diarios de esta semana. Empezó a
leerme los títulos. "Volvió a aumentar la nafta: 44% desde enero y 60%
en un año". Es culpa del neoliberal de Galuccio,
dije; no pensaba quedarme callado. "La recaudación crece menos que el
gasto y el déficit es imparable". Lo de la recaudación -expliqué- es
culpa de Echegaray, y el gasto y el déficit, de la herencia maldita, los
poderes concentrados y los medios. "El dólar vuelve a batir récords".
Culpa de los buitres. "Se desplomó el comercio con Brasil". Culpa del
Mundial. "Las ventas de autos están en caída libre". Ya lo dijo la
Presidenta: es culpa de las automotrices. Los encanutan. Odian vender
autos. "Crece la recesión en la industria y el comercio".
También lo
explicó Cristina: culpa de la crisis global. Aunque hagas las cosas
bien, es difícil ir contra el mundo. "La inflación no baja de 2%
mensual". Culpa de las mediciones de las consultoras privadas. "Decenas
de restaurantes cierran sus puertas". Gracias a nuestro modelo, que
desterró el hambre.
Seguía leyéndome títulos, sin poder disimular
su felicidad con la interminable sucesión de malas noticias económicas. Y
yo, aunque él no me escuchaba, seguía contestándole, dispuesto a
inmolarme en defensa de Kichi. "Caen las reservas del Banco Central".
Culpa de Fábrega, un gastador compulsivo.
"Aumenta la desocupación".
Culpa de la gente, que no quiere laburar. "Crisis del sector
inmobiliario". Mentira: hay que ver cómo aumenta la construcción en las
villas. "Comenzaron a llegar las facturas de gas con aumentos de hasta
670%". Habiendo leña y estufas eléctricas... "Salarios y jubilaciones
cerrarán el año con caída en el poder de compra". Culpa del año, que se
está haciendo larguísimo.
Dejó los recortes y me encaró. "¿Pero no
te das cuenta de que la economía cruje por todos lados y que en un par
de meses para apagar esto vamos a tener que llamar a los bomberos?" No
me animé a decirle que seguramente para entonces los bomberos van a
estar de paro o pidiendo que se reabran las paritarias.
De pronto le
sonó el celular. Era Cristina. "Claro que sí, señora. Por supuesto,
señora. Lo que usted mande, señora. Ya mismo, señora". Cortó y me dijo:
"No entiende nada". Y siguió con su lamento y su estrategia. "La cosa se
deteriora día tras día, y no va a faltar mucho para que ella me llame y
me pida que a este chico le busque una embajada. Por eso es perentorio
que vayamos instalando un candidato."
Me puso en un apuro, porque
sabe que lo último que haría es conspirar contra Kichi. No es sólo un
problema de lealtad con mi amigo y confidente. Le tengo miedo. Fíjense
el poder e influencia que tiene, que hasta se da el lujo de bajarle
línea a la Presidenta y mandarla al frente: "Señora, sobre los autos
diga esto; sobre la recesión, esto otro; sobre la desocupación, tal
cosa". Y ella, obediente, va, pone la cara y lo dice. Hay que animarse
contra un groso así, eh.
Entonces, se me ocurrió hacerme el tonto
(cosa que, según me dicen todos, me sale bárbaro). "Mire, Zannini, si
hay que pensar en un nuevo ministro, diría que un buen candidato es
Marianito Recalde. Se ve que se maneja bien con los números porque,
siendo un gurrumín, acaba de declarar un patrimonio de más de 6 millones
de pesos, que creció casi 20% el año pasado. Aerolíneas pierde una
bocha de guita, unos dos palos verdes por día, pero a él le va muy bien.
Deberíamos darle una oportunidad."
El Chino me miraba con ojos de
vaca, es decir, con expresión de nada. O eso me pareció. Seguí.
"Leyendo esta semana las declaraciones juradas de los de La Cámpora, me
pareció que ahí hay otros buenos candidatos; chicos que han sabido
invertir en propiedades, en dólares... No podemos menospreciar a gente
que, a pesar de estar totalmente entregada a la militancia, logra ir
haciéndose de una fortuna. Y, hablando de fortuna, obviamente no me
olvido de que el patrimonio de la señora creció 15% el año pasado: tenía
48 millones y ahora tiene 55.
Ya sé, usted me va a decir que las
ganancias fueron, básicamente, fruto de alquileres y plazos fijos, un
perfil de riqueza más vinculado con la renta que con un modelo
productivista como el nuestro. Es cierto, pero igual no despreciaría a
alguien que sabe administrar tan bien su capital. ¿Y si ponemos a un
cualquiera y que la que tenga la palabra final en todas las decisiones
sea ella?"
Dejé el despacho de Zannini feliz de haber ganado mi
batalla: no me sumé al plan para empujar a Kichi. Eso sí, no soy necio y
alguna bala me entró. Busqué en Google y anoté el número de teléfono.
Un numerito fácil: el 100. El de los bomberos.
@
http://www.lanacion.com.ar/autor/carlos-m-reymundo-roberts-86
http://www.lanacion.com.ar/1725003-me-niego-a-conspirar-contra-kicillof
http://seprinargentina.blogspot.com.ar/2014/09/empleados-de-economia-le-pararan-el.html
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